Elena Herrarte: «La clave será articular el gran potencial de la región desde la colaboración»
Elena Herrarte, coordinadora general de Debagoiena 2030, explica el camino recorrido desde que el proyecto se pusiera en marcha en 2019, todo lo aprendido desde entonces, los proyectos puestos en marcha y las intenciones de cara al futuro.
La iniciativa Debagoiena 2030 nació hace dos años, en enero de 2019. ¿Por qué y para qué se creó?
Quizás porque, aunque no sea muy perceptible, hemos empezado a vivir una época de retos muy complejos y de enormes cambios, ante los cuales nuestra región tendrá que articular una estrategia sostenible, inclusiva e inteligente.
Uno de los retos es el cambio climático. Si no controlamos sus efectos en los próximos años, puede producirse un colapso. Desde el punto de vista medioambiental y de las emisiones de carbono necesitaríamos cuatro planetas para compensar las emisiones de carbono de nuestra región en estos momentos. Esa es, de alguna manera, la huella que dejamos en el planeta.
Habrá que realizar cambios profundos en diferentes sectores. Esto no lo salvarán las universidades, ni la tecnología, ni la Comisión Europea. Esto se salvará desde todos los ámbitos. Todos los agentes tendremos que realizar cambios y habrá que modificar muchas cosas en la vida de cada persona.
Tendremos que repensar y recrear muchas cosas y, aunque estos problemas son muy globales, las lógicas locales tienen la escala ideal para buscar soluciones.
Debagoiena 2030. Sois una Red de Desarrollo Sostenible y así lo dice el propio nombre del proyecto. ¿Qué significa eso?
El 2030 nos da un horizonte temporal y luego utilizamos tres términos: Red de Desarrollo Sostenible. Cada uno de ellos tiene su peso y su importancia.
Por un lado, está el concepto de desarrollo. El modelo de desarrollo de las últimas décadas, centrado en el desarrollo económico, ha relegado a un segundo plano otras áreas imprescindibles. Una de ellas, el medioambiente, se encuentra en un momento crítico.
El marco del desarrollo sostenible nos lleva a imaginar un modelo de desarrollo equilibrado. Por un lado, a nivel económico, porque tendremos que construir un futuro basado en el bienestar, pero también tendrá que ser social, y todo ello en equilibrio con el medioambiente y con el ecosistema que nos rodea. Eso es lo que incluye la idea de desarrollo sostenible.
Y luego está el concepto de red. No podremos responder a estos retos complejos desde una lógica de proyectos aislados, ni lo podrán hacer sólo las instituciones públicas. Será necesaria la aportación de todos.
Sois una red abierta de colaboración que permitirá una transición hacia una Debagoiena inclusiva, inteligente y climáticamente neutra para el año 2050. ¿Por qué y cómo habéis llegado a definir esa visión o esa meta?
Debagoiena 2030 lleva dos años en marcha. En este tiempo hemos trabajado para lograr un mejor conocimiento de la región: agentes existentes, dinámicas existentes…
Por otro lado, también hemos activado dinámicas de diálogo con los distintos agentes y la ciudadanía de la región. Hemos reflexionado conjuntamente sobre el contexto histórico y los retos a los que nos enfrentamos, estableciendo una dirección ilusionante y útil en el camino hacia la transición.
La consolidación de esta visión se ha llevado a cabo en la Junta de Gobierno de D2030, donde están representados los agentes clave de la comarca: desde el sector público, los tres ayuntamientos principales y la Mancomunidad; los dos mayores grupos empresariales cooperativos de la comarca; la universidad; la Corporación Mondragón; el Polo de Innovación Garaia y otros agentes.
¿Cómo hay que responder a este reto tan enorme y complejo? ¿Cuál es la clave?
La clave es entender que estamos hablando de una gran complejidad, que esta no es la única respuesta que va a tener un reto concreto, que no se puede limitar a un único proyecto y que esta situación necesita otra mirada.
Como hemos dicho, habrá que cambiar el modelo energético y los modelos productivos. Habrá que actualizar nuestra formación y nuestros perfiles, cambiar nuestros patrones de movilidad y algunos aspectos muy básicos de nuestros modelos de vida.
Otra clave es la idea de colaboración. El dilema del cambio climático, por ejemplo, no sólo lo superaremos con soluciones derivadas del desarrollo tecnológico. Son retos muy complejos, multidimensionales. Este sistema no podremos cambiarlo desde una lógica de proyectos específicos.
En esta dirección, además, el pasado mes de julio la iniciativa presentó y aprobó su primera acción: un conjunto de intervenciones, denominadas portfolio, una lógica diferente.
Es una estrategia que incluirá propuestas o proyectos de acción o intervención en diferentes ámbitos que interactuarán entre sí. Esa es la lógica del portfolio. Sería una propuesta metodológica para responder a las complejidades.
En julio del año pasado pusimos en marcha los primeros catorce prototipos, no tanto de cara a una intervención de gran impacto, sino desde la lógica de cómo se puede desarrollar esa dinámica de ecosistema en interacción.
En este momento, además, tenéis varias líneas de trabajo. Por un lado, hemos mencionado la energía, otra sería el trabajo y la inclusión y otra el futuro del trabajo. También estáis inmersos en esos retos. ¿Por qué los habéis elegido y cuál es el objetivo?
Estamos diseñando una serie de intervenciones dentro de los retos específicos para lograr un mayor impacto.
Sabemos que si queremos que esta región sea habitable en el futuro, el trabajo será una base fundamental.
En cuanto al trabajo y la inclusión, creemos que también son un ámbito importante. Tenemos sociedades cada vez más complejas y, aunque en general podemos tener bastante prosperidad en nuestra comarca, hay gente que se está quedando atrás en la igualdad de oportunidades. Además, en estos profundos cambios que se van a producir en los próximos años, vemos también los riesgos de que esa brecha aumente. Y lo que está claro es que el ámbito del trabajo es fundamental para la inclusión.
¿Qué destacarías de estos dos últimos años? ¿Qué habéis aprendido?
Lo primero que me viene a la cabeza es darnos cuenta del gran potencial que tiene esta región. Quizá algunas cosas son muy evidentes: tenemos cooperativas, tenemos universidades, pero empiezas a analizar pueblo a pueblo y área por área, y te das cuenta de que hay agentes muy potentes, hay proyectos y experiencias muy potentes y hay personas muy potentes.
También es cierto, por otra parte, que este potencial está bastante disperso. Cada uno trabaja en su frente, se conocen relativamente poco entre sí y ahí existe la posibilidad de que, a través de sinergias, ese potencial aumente aún más. Por ello, la colaboración se centrará en la región y en la articulación de este ecosistema.
Para terminar, diría que en esta región siempre ha habido una pasión por el cambio y una activación ante los retos. Nosotros empezamos a dar forma a este proyecto desde esa energía o esa mirada, pero creo que a medida que avanzamos en el camino hemos aprendido que realmente necesitamos un cambio, porque muchas veces se dice que son retos de futuro, pero no es así. Son retos de aquí y ahora.