Jones Espilla: «El de la energía es un reto complejo que atraviesa totalmente la sociedad»
Jone Espilla. Directora de procesos de D2030.
La transición energética es uno de los principales retos en el camino hacia una región inteligente, inclusiva y climáticamente neutra. Por ello, la Junta de Gobierno de la D2030 adoptó el acuerdo de trabajarlo de forma prioritaria y en octubre de 2020 se inició un proceso de respuesta a este reto.
Como sabemos, la energía es un reto complejo que atraviesa la sociedad por completo. Es uno de los pilares de la economía, la movilidad, la alimentación, la vivienda, etc., por lo que necesitamos una mirada sistémica si queremos diseñar una respuesta de impacto. Pero, ¿qué es una mirada sistémica? En realidad, necesitamos entender los retos complejos actuales desde la lógica de sistemas. Un sistema está compuesto por una pluralidad de elementos y en ese conjunto dinámico cada elemento o factor influirá en todo momento sobre los demás. La mirada sistémica consiste en entender el reto no como un elemento aislado, sino como un sistema de múltiples elementos conectados entre sí. En el caso concreto del reto de la energía, elementos como la economía, la tecnología, la legislación, las creencias, etc. tendrán su impacto.
En este sentido, el primer paso que hemos dado ha sido lograr una comprensión profunda del reto desde la complejidad y de manera colectiva. Posteriormente, para dar una respuesta de alto impacto, habrá que activar una propuesta de intervención que tenga como objetivo incidir en los diferentes aspectos del reto desde la implicación de múltiples agentes y mediante acciones de diversa índole. Hay incidir en los elementos de este sistema que acabamos de exponer para conseguir un efecto de impacto.
El proceso que hemos puesto en marcha desde D2030 en relación al reto de la transición energética se compone de tres fases continuas que se exponen a continuación y que tienen como objetivo la comprensión de la situación actual y el diseño de un camino para llegar a una meta, para posteriormente llevarlo a la práctica entre diferentes.
La primera fase, de octubre a diciembre de 2020, fue exploratoria. Su objetivo era conocer la realidad del ecosistema actual de la región, identificando oportunidades y limitaciones. Para ello, entrevistamos a 22 agentes con diversa experiencia, realizamos 24 estudios y analizamos siete legislaciones y dos planes.
La segunda fase, de enero a marzo de 2021, consistió en el análisis exhaustivo de los contenidos clave recogidos en la exploración. Esta fase de análisis se centró en trabajar contenidos de forma colectiva para decidir la pertinencia de los retos específicos. Se organizó una sesión abierta el 3 de marzo en la que participaron 50 agentes y ciudadanos, algo muy necesario para obtener la respuesta de impacto a la que hemos hecho referencia anteriormente.
Por último, en los próximos meses se llevará a cabo una intervención que finalizará en julio. Consistirá en definir un Plan de Intervención para responder a los retos específicos obtenidos en la fase de análisis. Los diferentes agentes tendrán que trabajar cada uno de ellos, consensuar una planificación conjunta e iniciar el camino para incidir en ellos desde diferentes perspectivas.